El placer de estar con uno mismo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Siendo sinceros

Cambia, todo cambia y seguirá cambiando, donde antes eras una niña desenfadada, ahora apareces en tu forma de adulta, sería y emblemática.

Miras por la ventana, otras vistas, otras, de la ventana para fuera y de la misma para dentro,.......... ya estás en otro hogar diferente al de cuando eras niña.

Tu recuerdo de aquellos otoños lluviosos, se mezclan con los actuales más secos y cálidos, en los que las botas katiuskas ya no tienen sentido, solo el estético y si están de moda.

Mientras miro por mi ventana para dentro, veo a esa niña que pisaba charcos, que no quería llevar paraguas, que guardaba los libros dentro del impermeable para que no se le mojaran.

Niña que jugaba a saltar los charcos con las katiuskas, a mojarse el pelo y a la que su madre aguardaba con la toalla, para reñirla y secarla, mientras por dentro sonreía ante la felicidad de un ser perfecto en el contento.

Ahora seco yo a mi madre cuando la lavo la cara y la sonrío ante su mirada de agradecimiento y bondad de anciana, ahora me siguen diciendo que lleve paraguas para no mojarme el pelo, ahora guardo mi móvil en el bolso para que no se moje, ahora ya no piso charcos sin importar mojarme, ahora el otoño llega tarde, ahora ya casi no hay tiempo para mirar por la ventana caer las hojas, soplar el viento y llegar el otoño para luego dar paso al invierno, no nos engañemos y siendo sinceros, me gustan los otoños de mis recuerdos.

Por eso, en alguna ocasión, cojo las botas de mi hijo y cuando paseo a mi perro, me meto en los charcos y sonrío de nuevo.

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